El crimen de Uruapan volvió a colocar a Michoacán como símbolo del desafío permanente que enfrenta el Estado mexicano. Pero esta vez, la respuesta presidencial no fue el despliegue militar ni el lenguaje de guerra: Claudia Sheinbaum Pardo optó por reafirmar un principio que define su gobierno —“la fuerza del Estado es la justicia”— y por desmontar, desde la tribuna de la Mañanera del Pueblo, la narrativa que durante casi dos décadas ha sostenido la doctrina de la seguridad punitiva.
“El camino de la paz no se impone por las armas, se construye con justicia”, dijo Sheinbaum, visiblemente afectada por el asesinato del alcalde Carlos Manzo Rodríguez. Su discurso no fue sólo una reacción ante el crimen, sino una declaración de rumbo: México no regresará al modelo de confrontación interna que, en palabras suyas, “sembró más violencia de la que pretendía erradicar”.
En su intervención, la presidenta retomó la historia reciente. Recordó que la llamada “guerra contra el narcotráfico” comenzó precisamente en Michoacán, cuando Felipe Calderón, en 2006, envió al Ejército a las calles sin un marco legal sólido ni una política de reconstrucción institucional. “Fueron doce años de una estrategia que desató la violencia y descompuso a las corporaciones”, señaló. También apuntó a Enrique Peña Nieto, quien intentó resolver el conflicto con un modelo de “autodefensas” auspiciado desde el Estado: “No funcionó, como tampoco funcionó la intervención extranjera”, enfatizó.
El tono de la mandataria fue al mismo tiempo político y ético. Frente a la tentación autoritaria que, según dijo, reaparece en los discursos de ciertos sectores de la derecha, Sheinbaum defendió la justicia social y la inteligencia institucional como ejes de la seguridad. “Quien proponga volver a las ejecuciones extrajudiciales no ha entendido nada. Eso ya se probó y fue un fracaso”, sentenció.
El mensaje también incluyó una crítica directa al oportunismo mediático. La presidenta reprochó que “algunos comentócratas” usaran la tragedia para atacar al gobierno sin mostrar empatía por la víctima. “Ni una palabra de condolencia, pero sí una avalancha de juicios. Como buitres”, dijo.
En contraste, destacó la coordinación política: todos los gobernadores y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México firmaron un comunicado conjunto de condena. “La seguridad no es un asunto de partidos”, recordó, y subrayó que la Guardia Nacional y el Ejército trabajaban con Manzo desde diciembre pasado.
El crimen de Uruapan ocurre en un contexto en que la violencia decrece lentamente en varias regiones, pero persisten resistencias locales y estructuras criminales históricas. La respuesta institucional que Sheinbaum plantea busca atacar las causas —la desigualdad, la impunidad y la corrupción judicial— más que los efectos armados. Por eso insistió en “avanzar en la judicialización y en la inteligencia”.
“México es un país libre y soberano, no aceptará intervención alguna”, cerró Sheinbaum. En su discurso, el énfasis fue claro: sin justicia no hay paz, y sin soberanía no hay justicia.









