La sierra calló el 25 de julio. No hubo balazos ni retenes. Pero el eco del silencio se volvió presagio: ese día, Estados Unidos anunció la captura de Ismael Zambada García, alias “El Mayo”. Un año después, la violencia sigue lacerando a Sinaloa. En medio de bloqueos, enfrentamientos y desplazamientos forzados, la presidenta Claudia Sheinbaum ofreció una promesa que suena a consigna: “Se va a pacificar Sinaloa”.
Frente a los periodistas de Palacio Nacional, la mandataria trazó su postura: sin confrontaciones abiertas, sin militarización desbordada, pero tampoco sin ingenuidad. Dijo que el trabajo diario, la estrategia basada en inteligencia y la limpieza institucional darán resultados. Y también cuestionó: ¿cómo ocurrió la detención? ¿Por qué no hubo aviso? ¿Por qué agencias extranjeras operan sin consulta? “Eso es lo que ha provocado lo que ha ocurrido durante este año”, sentenció.
Mientras tanto, en Nueva York, los abogados del Mayo negocian un acuerdo. El capo dice que fue secuestrado por Los Chapitos, que no cruzó la frontera por voluntad propia. En Sinaloa, el crimen organizado disputa cada rancho y cada plaza. Y en México, la presidenta intenta no repetir el error de sus antecesores: responder con fuerza ciega a un problema sembrado desde hace décadas.