Mientras la dirigencia estatal del PAN, encabezada por Mario Riestra Piña, sigue creyendo que tiene todo para quedarse con los despojos de la oposición en la entidad, entre sombras se cocina una ruta alterna que tiene como principal artífice al PRI o lo que queda de ese partido parásito que tanto daño hizo a México.
Resulta que el priista Néstor Camarillo Medina se encuentra en pláticas con José Clemente Castañeda Hoeflich para sumarse a las filas de Movimiento Ciudadano.
La jugada es interesante porque incluiría no solo la incorporación del exedil de Quecholac al Grupo Parlamentario de ese partido en el Senado de la República sino también armar la estructura local para las elecciones de 2027 y 2030.
Eso implica, obviamente, que Camarillo Medina pretende convertirse la carta de MC rumbo a la gubernatura, pero aprovechar la elección intermedia para tomar el control, vía candidaturas, de todos los espacios que se puedan.
El legislador sabe que una vez que concluya su periodo al frente del Comité Directivo Estatal del PRI perderá el control del partido a manos de Delfina Pozos Vergara, quien, aunque sigue siendo su aliada, comenzó a tejer una alianza con el nuevo epicentro del poder en Puebla y, de esa forma, ser una oposición a modo que el reditúe jugosas ganancias. (Nada que no hiciera en su momento Néstor Camarillo, por cierto).
Ante esta inminente realidad, Camarillo Medina pretende recoger todas las fichas priistas que quedaron en la orfandad o que fueron marginadas, a fin de hacer una recomposición y ofrecer espacios en un nuevo partido.
No sabe con certeza si este movimiento es de conocimiento del actual dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas. Si no lo sabe, se confirmará que Néstor Camarillo está buscando su supervivencia política ante el embate que pronto caerá contra su mentor.
Si es lo contrario, entonces, Néstor forma parte de la estrategia del exgobernador de Campeche por extender su influencia política a otros partidos y, desde ahí, fortalecer su posición política ante cualquier persecución. Si llegara a caer, de todos modos, tendrá las manos metidas en otros partidos — a través de sus esbirros— desde los cuales pueda mantener su coto.
Para el caso local, a parte de los priistas en orfandad o marginados, Néstor Camarillo tiene como principal aliado a Eduardo Rivera Pérez, quien prácticamente se sabe políticamente muerto al interior del PAN poblano, pero pretende mantener los hilos necesarios para salvar su pellejo en caso de que desde la Auditoría Superior del Estado le hagan válido algún proceso jurídico por la ingente cantidad de anomalías financieras a su más reciente paso por el Ayuntamiento de Puebla.
La cabeza del Yunque burocrático requiere de un espacio político para ofrecer una oposición sumisa que lo libre de la cárcel e incluso le haga el trabajo sucio a Morena. (La más reciente actuación de los vasallos de Rivera Pérez en el Congreso del estado respecto a la Ley de Ciberseguridad confirmaron esa situación).
Pese a que públicamente Eduardo Rivera y Néstor Camarillo fingieron un distanciamiento, en realidad, hace unas semanas el panista acudió como invitado especial al cumpleaños del dirigente estatal del PRI, en donde, una vez más, ratificaron su alianza política y respaldo a las aspiraciones del segundo. (En esa lógica, el yunquista solo quiere un escaño que le ofrezca fuero para no ir a cárcel).
Hasta el momento se desconoce si Fhedra Suriano, dirigente estatal de MC, está al tanto de lo que se cocina desde el Senado. Lo que sí se sabe es que la también diputada local está metida de lleno a construir su propio liderazgo y para eso ya logró desplazar a Fernando Morales Martínez.
