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Trump y Putin abren en Alaska un diálogo para buscar el fin de la guerra en Ucrania

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La Base Conjunta Elmendorf-Richardson, ubicada en Anchorage, Alaska, se convirtió este viernes en escenario de un momento inédito en la guerra que desde febrero de 2022 enfrenta a Rusia y Ucrania. El presidente ruso Vladimir Putin, en su primera visita a territorio occidental desde el inicio de la invasión, se reunió con su homólogo estadounidense Donald Trump para abrir un canal de diálogo orientado a un eventual alto al fuego.

Putin llegó escoltado por una comitiva de seguridad y fue recibido en la pista por Trump. Ambos caminaron sobre una alfombra roja y estrecharon la mano en dos ocasiones, antes de abordar juntos un automóvil que los condujo al recinto de la reunión. El gesto, cuidadosamente observado por cámaras y asesores, marcó el inicio de una conversación en la que los líderes intentan redefinir el rumbo del conflicto más grave en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

En el encuentro, Trump estuvo acompañado por el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial Steve Witkoff. Putin, por su parte, se hizo acompañar del ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, y del asesor de asuntos exteriores Yuri Ushakov. El telón de fondo de la sala de negociación exhibía la frase “En busca de la paz” en grandes letras blancas sobre un paño azul, un mensaje directo al objetivo que, al menos en lo discursivo, ambas partes compartieron en esta cita.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, adelantó que la agenda se centraría en la posibilidad de un alto al fuego y en los términos que permitirían a Kiev y Moscú acercarse a una negociación más amplia. De acuerdo con fuentes cercanas al Kremlin, Rusia buscará asegurar concesiones territoriales en el este de Ucrania, donde mantiene control de facto sobre regiones clave como Donetsk y Lugansk.

El encuentro en Alaska rompe un aislamiento diplomático que Moscú mantuvo desde que lanzó la ofensiva militar en Ucrania. En los últimos tres años, Putin había limitado sus desplazamientos al extranjero a países aliados o neutrales. Que su primer paso hacia territorio occidental ocurra en suelo estadounidense, y bajo una administración que ha prometido “acuerdos rápidos” en política exterior, proyecta una señal que analistas interpretan como apertura cautelosa.

Para Trump, la cita representa un desafío doble: mostrarse como un negociador capaz de frenar una guerra costosa para Occidente y, al mismo tiempo, cuidar su imagen frente a sectores internos que ven con recelo cualquier concesión a Moscú. La reunión también se produce en un contexto de tensiones renovadas con aliados europeos, algunos de los cuales desconfían de la estrategia de Washington y temen que un pacto apresurado deje a Ucrania en desventaja.

Mientras tanto, en Kiev, el gobierno de Volodímir Zelenski sigue reclamando el retiro total de tropas rusas y la restitución plena de su integridad territorial como condición para cualquier acuerdo. Las reacciones oficiales a la cumbre se esperan una vez concluyan las primeras rondas de diálogo, que podrían extenderse durante el fin de semana.

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