El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un nuevo arancel del 100 por ciento a todas las películas extranjeras que ingresen al país. Lo comunicó a través de su red Truth Social, como parte de una estrategia para “proteger la industria cinematográfica nacional”.
Afirmó que el cine estadounidense “está muriendo rápidamente”, y culpó a los incentivos que otras naciones otorgan a cineastas y estudios. Aseguró que esta situación es “un esfuerzo conjunto de otras naciones” que amenaza la seguridad nacional, al considerar que las películas foráneas representan “propaganda”.
Trump instruyó al Departamento de Comercio, encabezado por Howard Lutnick, y al Representante Comercial, Jamieson Greer, a aplicar de inmediato la medida. Hasta ahora no se ha detallado cómo se cobrará el arancel, ni si se incluirán producciones de plataformas digitales.
La medida forma parte de una política comercial más amplia del expresidente, que incluye gravámenes a productos de acero, aluminio, automóviles y otras importaciones, algunos desde abril pasado. En todos los casos, Trump ha defendido la reciprocidad como argumento central.
Desde 2013, estudios estadounidenses comenzaron a trasladar producciones a países como Canadá, Australia y Reino Unido, motivados por incentivos fiscales. La firma FilmLA reportó una caída cercana al 40 por ciento en la producción local durante la última década.
Sindicatos y gremios internacionales expresaron preocupación por las consecuencias económicas. La unión Bectu, del Reino Unido, advirtió que peligran miles de empleos por la medida estadounidense. Gobiernos de naciones aliadas se pronunciaron contra la decisión.
Hollywood también reaccionó con incertidumbre. Productores y directores cuestionaron la viabilidad del impuesto, ante la falta de detalles sobre su aplicación. Algunos señalaron que sería más útil ofrecer beneficios fiscales internos, en lugar de imponer nuevas barreras comerciales.