Donald Trump redobló su presión sobre empresas y gobiernos este viernes al lanzar dos amenazas comerciales de alto calibre. Por un lado, exigió a Apple que traslade la fabricación de sus iPhones a suelo estadounidense, bajo advertencia de imponerle un arancel del 25%.
Por el otro, planteó aplicar un impuesto del 50% a todos los productos de la Unión Europea a partir de junio, acusando al bloque de prácticas comerciales abusivas.
Trump acusó a Apple de mantener su producción en China e India, pese a que el mercado estadounidense representa la mayor parte de sus ingresos. La empresa había anunciado en febrero una inversión de 500 millones de dólares en manufactura de servidores en EU, pero planea ensamblar los iPhones destinados al país desde India a partir de 2026, lo que desató la molestia presidencial.
En cuanto a la Unión Europea, Trump afirmó que el bloque mantiene “poderosas barreras comerciales” y un sistema fiscal que castiga a las firmas estadounidenses. Las tarifas que propuso duplicarían los aranceles actualmente en vigor, que ya afectan al acero, aluminio, automóviles y piezas importadas.
Mientras Washington eleva el tono, Bruselas se encuentra en un compás de espera. Suspendió contramedidas arancelarias para dar margen a las negociaciones, aunque prepara una nueva ronda de sanciones si no hay avances antes del 10 de junio. La escalada podría detonar una nueva guerra comercial transatlántica.
Más allá del comercio, las decisiones de Trump generan impacto reputacional. Un análisis de Tourism Economics reveló que los viajes europeos hacia EU caerán un 10% este verano, fenómeno atribuido a la creciente animadversión hacia las políticas del presidente estadounidense.